Esta ha sido la historia de tu vida:
un sin saber a dónde, un continuo extravío,
un entramado inmenso, una insatisfacción
refugiada a la sombra de tus lamentaciones.
En esa encrucijada que te dejaron como herencia.
El mero acontecer de unos ancestros
aferrados al aire que respiras.
A la contemplación de aquel paraje desolado,
interminable, capaz de quitarle las ganas a cualquiera
y que en lo más íntimo
ha marcado el legado de tus días.
Un sin saber por qué a pesar de todo
te ocurren estas cosas:
éstas inclinaciones marginales éste
no despertar a la conciencia
-clavado como estás- en esa espera inútil.
Esta es la historia de tu sangre recibida:
aquella que no podrá satisfacer
la soledad perpetua en la que habitas.
Txiki Medina
martes, 6 de marzo de 2012
domingo, 4 de marzo de 2012
RUA DOS DOURADORES (Adrián Gonzalez da Costa)
Una persona amable me ha invitado
en un bar conocido a la cerveza
más triste de mi vida, pura lágrima.
Joven, casado en breve, con oficio
prometedor y con salud de hierro,
hacía planes para meses próximos,
hablaba sobre el hijo que tendría,
sobre la casa que iban a comprar.
En la forma de hablar podía verse
que se creía dueño del futuro
-al menos, de su parte de futuro-
y por creerlo solo, ya era así.
al otro lado de la mesa, yo
le escuchaba , callando, desde lejos.
O mejor, le escuchaba imaginando
qué pasaría con su vida toda
-con su hijo, su casa su mujer-
si de pronto estallara algún desastre.
Quiera el Señor la dicha concederme
de ver mis manos siempre como hoy:
sin nada que llevar de un lado al otro.
Con esa forma de entender la vida.
en un bar conocido a la cerveza
más triste de mi vida, pura lágrima.
Joven, casado en breve, con oficio
prometedor y con salud de hierro,
hacía planes para meses próximos,
hablaba sobre el hijo que tendría,
sobre la casa que iban a comprar.
En la forma de hablar podía verse
que se creía dueño del futuro
-al menos, de su parte de futuro-
y por creerlo solo, ya era así.
al otro lado de la mesa, yo
le escuchaba , callando, desde lejos.
O mejor, le escuchaba imaginando
qué pasaría con su vida toda
-con su hijo, su casa su mujer-
si de pronto estallara algún desastre.
Quiera el Señor la dicha concederme
de ver mis manos siempre como hoy:
sin nada que llevar de un lado al otro.
Con esa forma de entender la vida.
jueves, 1 de marzo de 2012
EMBOSCADA
Compulsivamente
rechazaba elementos de disuasión.
Administraba temores
en diáfanos atardeceres.
El tiempo para el era un arma de dos filos.
En la complicidad de la noche
su obsesión le conducía
a descubrir la locura
de su propio devenir.
Estratégicamente colocado
aguardaba el resultado.
Su corazón iba hilvanando
presagios de deseo y de tormenta.
Cumplida la derrota
el regreso se hacía mas incierto.
Desde su castillo de juguete
acumulaba estrategias,
afilando sus armas y poemas
en otra batalla perdida como todas.
Txiki Medina
QUE ME DEJEN (a los presos y presas de la carcel de Pamplona)
Quiero que me dejen como estoy, ya se lo he dicho no se cuantas veces, que me dejen en paz.
Ya se que la ley de penitenciarías dice otra cosa, que 20 años y un día no son nada y a mi se me han pasau volando.
A la calle nó Sr. Director que ahí afuera la cosa está jodida y con el tiempo uno se acostumbra. Apiádese de mi que tengo la condena por los suelos, además aquí se está tan calentito, a pensión completa y sin pagar un duro; si voy a echar de menos ésta comida rancia, la habitación de 6 metros cuadrados y al compañero ese que ronca.
Ya sabe usted ahí afuera como está la vivienda, si aquí con 4 botes de pintura y un rodillo dejamos esto reluciente, ni cárcel nueva ni gasto inútil, si además aquí vivimos a dos pasos del centro.
Quiero que me dejen en la cárcel, que eso de cumplir la condena es una cosa abstracta y lo de la libertad, es un invento del gobierno para tenernos embobados.
Y menos ahora que el funcionario ese jovencito me ha tirado los tejos y la cosa promete.
Si aquí dentro tengo todo lo que quiero, sobre todo la sombra y el patio tan bonito y sus garitas, las ventanas enrejadas para que no nos roben, las manualidades, las chapuzas, “el costo”, “la farropa” y el bis a bis con nuestros pensamientos.
Ya se que el de la 113 me la tiene jurada pero sé que en el fondo es un bendito, además le hice un favor cargándome a su perro, no hacía mas que meter las narices en todo y joderme el caballo.
Se imagina Sr. Director lo que me espera ahí afuera: el ruido, el estrés, las malas compañías, volver a las andadas, el consumo, el vicio, la perdición, el infierno, la condenación eterna. Aquí ya sabe que Dios bien que nos acogerá en su gloria.
Con lo tranquilito que se está aquí vagabundeando, ¡Qué trabaje su padre o la guardia civil!, con el cariño que le estoy cogiendo a esto, a los funcionarios tan dispuestos, a los colegas que vinieron aquí porque no tenían otra cosa mejor que hacer.
Escuche Sr. Director y por las sagradas piedras de ésta institución ¡no me suelte, que luego me acostumbro! quiero que me dejen, que me dejen respirar –con el moreno, con el marrón o con la rubia- pero que me dejen aquí en la cárcel, en la cárcel de Pamplona.
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